Celebración
Se practica en un entorno social que ayuda a crear un sentido de comunidad, conexión y pertenencia. Practicamos el baile en un ambiente social de celebración y agradecimiento donde nos reunimos, bailamos y socializamos. Este sentido de comunidad y experiencias compartidas es profundamente enriquecedor y solidario. Nos proporciona un espacio para conectarnos con personas de ideas afines, fomenta un sentido de pertenencia y nos permite experimentar energía colectiva positiva, bienestar y alegría.
A través del movimiento libre conectarnos con nuestras emociones y bloqueos, logrando liberarnos del estrés y nuestras preocupaciones estancadas. En un ambiente de confianza, logramos soltar esas capas emocionales, canalizamos energía y accedemos a liberar nuestros estados internos a través del movimiento de nuestros cuerpos, a través de nuestra propia danza. Es una experiencia transformadora, emocionante y divertida. Al principio de la sesión podemos encontrarnos tristes o preocupados, pero al empezar a bailar, poco a poco, la magia ocurre. La tensión, el miedo y la ansiedad desaparecen.
Conectamos con el presente, mientras el pasado y el futuro los dejamos a un lado. Estamos totalmente viviendo el momento y el baile lo es todo. El ahora es el único momento. Y de repente nos sentimos plenos, alcanzamos un estado de absoluta satisfacción. Esto es pura alegría. Nada tiene que ver con el exterior ni con los demás. Se trata de un fenómeno interno y no depende de las circunstancias. No hablamos de la emoción que provocan las cosas, sino de un estado de paz, de silencio interno, de calma y meditación. Sentimos dicha al llegar al núcleo más profundo de nuestro ser, donde la mente y el ego desaparecen y reina el silencio. Es un estado de no mente. Y somos capaces de celebrarlo todo. Celebramos nuestra existencia, nuestra condición humana, celebramos la vida.